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Traidor es el que pierde

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Por Luis Tonelli

  Pocas veces se ha vivido semejante excitación por un cierre de listas en la política argentina. Y no me refiero al entusiasmo de los políticos de segunda línea que se acercaron al lugar de la negociación de último momento con la ilusión de una candidatura que, otra vez, ya no fue. En los medios (hegemónicos y en los otros, también) se vive el momento como una elección presidencial, y eso que recién estamos superando la fase del armado de la escudería. Falta cuanto menos, llegar al autódromo, tener la práctica de tanques llenos, la clasificación, la carrera y recién después el resultado. Y con el mismo desparpajo con el que desde los medios se acusa al Congreso de ser un sello de goma, ellos advierten sin solución de continuidad que estas elecciones legislativas serán decisivas para la Patria o para la Republica.  Desde la oposición surge una voz de alarma: si el krichnerismo tiene quórum, la venezualización de la Argentina no tendrá barrera. Lo que es un buen relato para llevar a los antiperonistas a votar. Pero (shhh!, que no me escuchen los votantes) si el oficalismo logra ampliar su mayoría, la interna en el Frente de Todos (que fue contenida gracias a un armado generoso de las listas) va a estallar con toda su crudeza. Como siempre sucedió en el peronismo, cuando un sector trató de sacar ventaja sobre el de los demás.  Hoy los jóvenes no tan jóvenes de La Cámpora quieren ir por las intendencias y alguna gobernación de aquí a dos años. Incluso, se preguntan si no será el momento para que Máximo intente ser presidente. Pero el peronismo tradicional, “gobernas” y “barones”, difícilmente se entreguen al lobo sin presentarle batalla. Como no lo hizo tampoco Mauricio Macri, cuando “stopeó” a la impetuosa Piba Bullrich (quien lo veía al ex presidente ya dándole de comer a las palomas en Plaza de Mayo -o en Place Vendome-). Macri se reunió juntó con el ahora también accionista mayoritario del PRO, Horacio Rodríguez Larreta, para festejar al unísono “la CABA está en orden”.  O sea, el baluarte electoral y sancto sanctorum del PRO, un partido vecinal, pero convengamos que de una ciudad un tanto opulenta. Es que ningún político con cierto kilometraje deja que su “segundo” gané las elecciones por él, ya que quedaría inmediatamente enviado para rezago a los cuarteles de invierno. Si el número Uno elige a un segundo que no puede controlar, es para que pierda. Así pasó con Alfonsín y Angeloz, con Menem y Duhalde, y con Cristina y Scioli -y Scioli, estuvo a un punto y medio de ganar-. Precisamente, la candidatura testimonial a diputado, del gobernador Scioli en el 2009, ofrece un ejemplo palmario de esto. Su cálculo era acertado: según las encuestas, como cabeza de lista, él le ganaba a Francisco de Narvaez, y se ilusionaba con que esa victoria lo llevaría dos años después a la presidencia. Cuestión plausible. También para Néstor Kirchner, que se le puso delante como testimonial, a pesar de perder seguro. Una cosa es ser derrotado en una elección y quedar con vida política, y otra muy diferente es que permitas ganar a tu segundo para  que te jubile. Lo sabía Macri cuando prefirió perder él, que habilitar las PASO de Cambiemos para Presidente, y lo confirma entregando en la negociación con Larreta una carta que jugó contentísimo. Pero la atropellada de Bullrich, también permitió que Larreta pudiera vender a los radicales el desembarco de Vidal de la Provincia a la Ciudad. Y en tren de especulaciones, era evidente que Vidal iba a quedar limada por los costos de ser bonaerense a la mañana y porteña al atardecer, cosa que no debe disgustar mucho al Jefe de Gobierno de la Ciudad. Y les otorga así tranquilidad a Martín Lousteau y a ese gran armador que es Emiliano Yacobitti para la CABA, quienes también se aseguraron el segundo lugar en la lista que encabeza Manes con Danya Tabella Otro dato de la elección en la Ciudad. Se habla mucho de la fuerte interna en el oficialismo. Pero las PASO permiten que haya pelea pero con todos tirando finalmente para el mismo lado (si la lucha no es autodestructiva). Y especialmente, que una coalición pueda ofrecer una alternativa a los votantes que no le gusta demasiado la lista oficialista. La presentación de la lista encabezada por Ricardo López Murphy en Juntos por el Cambio, tiene como objetivo neutralizar a los “libersaurios” (perdón, libertarios), de Espert y Milei. Es como cuando a un hipermercado le abren una ferretería en la esquina para aprovechar esa clientela. Acto seguido, el hipermercado inaugura una ferretería dentro de sus cómodas instalaciones.  Mientras tanto los relatores y protagonistas tratan de ponerle onda a estas elecciones, que en general son como una carrera de TC: si le bajas el volumen, es nada más que dos autos pasándose. Y el esquema sigue siendo el mismo de siempre: lo mejor es ganar, pero con enanos de jardín, que son los que seguro no crecen. Cuando la victoria es esperable, se ponen figuras de tercera línea, así no amenazan con aprovechar el triunfo para traicionar al líder (como decía el legendario Chueco Mazzón, “peor que la traición es el llano”). Por eso, mejor evitar ese disgusto y podar siempre el arbusto bien bajito, así no se convierte en árbol nunca. La lista bonaerense del Frente de Todos con Victoria Tolosa Paz y Daniel Gollán es un buen ejemplo de eso. Lo que también habla de una confianza de Cristina Fernández en el triunfo que para algunos puede resultar temeraria. Como están las cosas, ¿cómo puede ganar el oficialismo? El punto aquí es quien puede saltar la grieta para ir a pescar votos del otro lado. Hay un contrasentido en decir que la grieta manda y que los votantes no están ordenados por ella.  Los líderes pueden arriesgarse a que lo outsiders notables por ellos convocados den la pelea si se da en un distrito en los que seguramente pierdan. El ratón queda en la trampera, y las lauchas se pueden comer el quesito sin ningún problema. Ese es el gran peligro que corre el Dr. Facundo Manes, y seguramente por eso, su intempestivo ataque a Diego Santilli, al que enfrentará en la interna opositora de la provincia de Buenos Aires. Claro que si Manes gana las PASO, y le gana al peronismo, seguramente exija ser candidato a Presidente Planetario, porque si triunfa ante todos esos desafíos, será cosa de otro mundo.

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